El Debate sobre el Papel que Corresponde Desempeñar al Poder en los Procesos de Creación y Aplicación del Derecho

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Aunque generalmente se admite que entre el Derecho y el poder ha existido y es inevitable que exista una vinculación muy estrecha, no hay acuerdo sobre el sentido y el alcance que tiene o debe tener esa vinculación, por lo que este punto ha sido objeto de interpretaciones radicalmente dispares a lo largo de la historia.
Los intentos de identificación del Derecho con el poder

Esta tesis explica el Derecho como simple expresión o manifestación del poder. Establece, de alguna forma, una vinculación tan esencial entre el Derecho y el poder, que equivale a una reducción del primero al segundo.

Dentro de esta teoría, se distinguen dos actitudes claramente diferenciadas.

Por un lado, aquellos autores que parecen moverse por ofrecer una fiel interpretación de lo que realmente ocurría en las relaciones sociales de su época: el control que ejercían sobre el Derecho los sujetos sociales (individuos o grupos) que monopolizaban el poder.

Por otro lado, quienes han propugnado la tesis de la reducción del Derecho al poder: que el más fuerte domine al más débil.

Dentro de esta última, Nietzsche proclamó que el Derecho es siempre fruto de la conquista, que no hay Derecho sin poder. Autores más actuales, como Kelsen, han caracterizado al Derecho como un conjunto de normas que se definen de la aplicación de la fuerza física.

La contraposición entre el Derecho y el poder

La doctrina de la distinción y contraposición entre el Derecho y la aplicación del poder y la fuerza ha dado origen a dos posturas divergentes:

a) La que afirma una oposición radical

Esta postura sostiene que Derecho y poder representan fenómenos tan esencialmente distintos, que se excluyen entre sí, constituyéndose en alternativas de actuación radicalmente contrapuestas.

Conforme a este punto de vista, el Derecho representa el orden social éticamente bueno, mientras que el poder y la fuerza sólo pueden generar una organización social violenta y represiva. Por eso, al Derecho se le ha asignado siempre la misión de controlar el ejercicio del poder dentro de las relaciones sociales.

b) La que admite algún tipo de convergencia entre ambos

Este punto de vista afirma, en cambio, que el Derecho y el poder, a pesar de ser dos diferentes principios de acción, no sólo no son incompatibles, sino que están llamados a complementarse en la función de ordenar las relaciones sociales.

El Derecho tiene siempre algo que ver con el poder: no sólo necesita del poder para existir y para ser eficaz, sino que, en alguna medida, él mismo es poder que somete las voluntades de los que pretenden oponerse a sus directrices. Su propia naturaleza y la función esencial de orden y seguridad que desempeña dentro de la vida social, exigen que el Derecho cuente con un poder que sea capaz de imponer de forma irresistible el cumplimiento de sus mandatos.

Sin embargo, y a pesar de esta argumentación, entre la imposición de la regulación jurídica y la simple aplicación impositiva de los designios del poder social media una gran distancia.

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